La motocicleta pertenece al selecto grupo de objetos de diseño que han alcanzado consideración de icono internacional y un estatus mítico forjado en gran medida en Hollywood, aparecida en la película de 1969 Easy Rider, no se fabricaba en serie y no obstante es la motocicleta más reconocible del mundo, el arquetipo que define el motociclismo entre la gente que no tiene moto. Se supone que se fabricaron dos motos: una se destruyo en el rodaje del filme y la otra se robo antes del estreno. Así que en principio no ha sobrevivido ningún de las motos originales, pero han aparecido muchas replicas. Peter Fonda, protagonista y productor de la película, concibió el diseño utilizando formulas contrastadas y contacto a un experto en adaptar motos, Cliff Voss, para que transformase varios excedente de la California Highway Patrol Harleys. Sus características especiales, recargadas con hiperbólicos componentes propios de los dibujos animados y el sonido casi obsceno del turbo, transmitían poder en estado puro; estas motos denominadas Chopper parodiaban la autoridad y encarnaban la extravagancia de la cultura de posguerra estadounidense. Aparte de su función original como de medio de trasporte, el pura exceso de la Chopper Hog estaba pensado para llamar la atención.
Las Chopper se aligeraron y estilizaron para mejorar su rendimiento en recta siguiendo el credo del menos es más que exigían las carera. Los motoristas de recursos escasos, ya a menudo como consecuencia de un accidente, retiraban la partes dañadas de la moto que no eran demasiado importantes, como los guardabarros, y prescindían de ellas o reconfiguraban la motocicleta mediante piezas de chatarra o robadas.
Señalaba al motorista rebelde: un vándalo tatuado y manchado de grasa blandiendo cadenas y vestido con una chaqueta de cuero negro estampado con el emblema de su pandilla de moteros. Según el retrato que de ellos se ofrecía en la prensa y en incontables novelas baratas y películas, los moteros y su Harly Chopper constituían una triste parábola del declive moral de la juventud estadounidense. Enardecidas por las drogas y alcohol, estruendosas pandillas de barbaros caían sobre poblados solitarios para llevarse a las doncellas con intenciones diabólicas.